lunes, 12 de enero de 2015

¿Cómo ha llegado a esto la civilización que iluminó la Edad Oscura?

POR JAVIER YANES
No voy a responder a la cuestión con la que titulo este artículo. Ni siquiera sé si es solo una pregunta retórica que no espera respuesta o si esta es tan compleja que debe desgranarse a través de una miríada de análisis y reflexiones como las que, en esta semana de terror en Francia, se publican en todos los medios. Mi objetivo aquí es más modesto; exponer lo que el Islam representó en una época pasada, y que cada uno digiera su propio sobrecogimiento ante la brutal diferencia con lo que hoy es (y no me refiero solo a las erupciones de terrorismo fanático, sino, en un sentido más general, al modelo de sociedad que propugna).
La percha que me asiste para colgar este comentario se presenta en forma de Año Internacional, una de esas propuestas de la ONU que aspiran a dirigir el interés del público –y de quienes manejan los recursos– hacia determinados aspectos de la sociedad. El esfuerzo de una comunidad de científicos bajo el liderazgo del presidente de la Sociedad Europea de Física, John Dudley, logró que la ONU declarara 2015 como Año Internacional de la Luz y de las Tecnologías Ópticas (IYL 2015), una llamada de atención sobre el papel que la luz y los avances basados en ella desempeñan en nuestras vidas.
Uno de los hitos más destacados del IYL 2015 es la conmemoración del milenio de una figura que a muchos resultará completamente desconocida: Ibn Al-Haytham, por aquí llamado Alhacén. Este árabe nacido en Basora (hoy Irak) en el año 965 fue matemático, físico, filósofo, astrónomo y meteorólogo, siendo sus experimentos con lentes y espejos los que le acuñaron el merecimiento de ser considerado el padre de la óptica. Sus estudios influyeron en los trabajos de otros personajes infinitamente más conocidos en occidente, como Da Vinci, Galileo, Kepler o Descartes. Pero más aún, Alhacén figura en algunos textos como el primer científico de la historia, el precursor de la experimentación sistemática en condiciones controladas y variables de acuerdo a lo que hoy entendemos como método científico. Suyas son estas palabras por las que resulta casi increíble que hayan pasado mil años: “Si aprender la verdad es la meta del científico… entonces debe hacerse enemigo de todo lo que lee”.
El IYL 2015 destacará la figura de Alhacén a través de una campaña denominada 1001 Invenciones y el Mundo de Ibn Al-Haytham, que llevará por el mundo una exposición interactiva y una serie de eventos destinados a recordar los logros del físico árabe. Quien está detrás de esta campaña es la entidad 1001 Inventions, una organización educativa con sede en Londres dedicada a divulgar el legado científico y tecnológico que en el mundo dejaron los mil años, desde el siglo VII al XVII, de una civilización musulmana que se extendió desde España hasta China. La exposición estrella de 1001 Inventions, dedicada a repasar lo que llaman la “Edad Dorada de la ciencia y el descubrimiento”, lleva varios años itinerando por el mundo; mañana, domingo 11, cerrará sus puertas en Rotterdam (Holanda) antes de abrirlas de nuevo en el Centro Científico de Kuwait la primera semana de febrero.
Según Salim Al-Hassani, ingeniero británico-iraquí que preside la Fundación para la Ciencia, Tecnología y Civilización, y principal responsable de la exposición 1001 Inventions, “hay una laguna en nuestro conocimiento; saltamos del Renacimiento a Grecia”. “El período entre los siglos VII y XVII, erróneamente llamado la Edad Oscura, fue de hecho un tiempo de avances culturales y científicos excepcionales en China, India, el mundo árabe y el sur de Europa. Este es el período histórico que nos dio el primer vuelo tripulado, enormes avances en ingeniería, el desarrollo de la robótica y los cimientos de la matemática, la química y la física modernas”, declaraba Al-Hassani hace unos años con motivo de su nombramiento como miembro honorario de la Asociación Británica de la Ciencia. “Si preguntas a cualquier persona de dónde proceden sus gafas, su cámara o su pluma estilográfica, pocos dirán que de los musulmanes”, añadía.
Para los españoles, en especial los andaluces, esta visión de la civilización medieval musulmana como una era dorada de la ciencia y la cultura no resulta tan novedosa como para otros europeos, gracias a figuras relevantes del imperio islámico nacidas en la Península, como Averroes, Avempace o Azarquiel. Los cordobeses conocen al personaje que da nombre a uno de los puentes de su ciudad, Abbás Ibn Firnás, pero ¿cuántos en España saben que este científico andalusí fue el primer humano en lanzarse en paracaídas y en pilotar un ala voladora? ¿Cuántos estudiantes occidentales aprenden que antes de los hermanos Wright, de los Montgolfier y de las máquinas voladoras de Leonardo da Vinci, fue un andaluz nacido en Ronda el primero que se atrevió a plantear científicamente el problema del vuelo (y a partirse las dos piernas en el intento)?

Tal vez la visión de Al-Hassani que predica 1001 Inventions no sea compartida por todos. Algunos expertos han criticado el escenario de dorada armonía que presentan esta organización y su exposición como una representación manipulada de la historia de la ciencia. En un artículo publicado en 2012 en la revista Skeptical Inquirer, el físico turco-estadounidense Taner Edis y la historiadora de la ciencia Sonja Brentjes escribían: “La agenda detrás de 1001 Inventions es explícita: promover el respeto por una herencia de la civilización musulmana, e impedir que los musulmanes, sobre todo los jóvenes, se sientan ajenos a los empeños modernos de la ciencia y la tecnología. Estos objetivos son legítimos”. Pero añadían a continuación que esta meta se presentaba a través de un falso mito: “La exposición pone en servicio muchos elementos populares de la apologética musulmana, como la noción común de que las tensiones históricas entre ciencia y religión son artefactos de la experiencia cristiana occidental y no se aplican al Islam”. “Presentando una visión sin críticas del mito de la armoniosa Edad de Oro, están prestando un pobre servicio a la comprensión pública de la ciencia y la historia”, concluían los autores.
Pese a todo, es incuestionable que el legado cultural y científico del imperio islámico es amplio y rico, y que si la figura de Hipatia de Alejandría ha servido en los últimos años para reivindicar el papel histórico de la mujer en la ciencia, la civilización musulmana tuvo a Fátima Al-Fihri, fundadora de una madraza que algunos consideran la institución universitaria más antigua del mundo, hoy la Universidad de Qarawiyyin en Fez (Marruecos). En contraste, hoy muchas de sus correligionarias tienen prohibido acceder incluso a los estudios más elementales, o deben hacerlo bajo un estricto código impuesto de conducta y vestimenta. Por desgracia, muchos de los descendientes de aquellos brillantes pensadores hoy renuncian a celebrar la luz para abrazar lo peor de la oscuridad medieval.
FUENTE: PUBLICADO EN 20 MINUTOS - http://blogs.20minutos.es/ciencias-mixtas/2015/01/10/como-ha-llegado-a-esto-la-civilizacion-que-ilumino-la-edad-oscura/

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