sábado, 4 de abril de 2015

La fe en los Políticos.

Foto del perfil de María Celsa Rodríguez (tú)Por María Celsa Rodríguez
Pareciera que secretamente los políticos están unidos a ese   cordón umbilical  de un guión,  con gestos copiados,  sonrisas dibujadas, abrazos y presencia,  en una imagen estandarizada.
 Si bien algunos “van por mas” y hacen cosas que en otro momento jamás lo harían.  Todo es atraído por ese voto que los impulsan a atreverse a más. Entonces da lo mismo bailar, actuar, vestirse de payaso y caer en el ridículo.

 Frente al microscopio social hay una honestidad poco desarrollada y aunque  sean unos magníficos actores, se les nota. Porque el  histrionismo  es llevado a su máxima expresión, aunque a veces los nervios le juegan una mala pasada. Con acartonada actitud  armada para la foto, el diseño de la imagen lo expone  como el  candidato perfecto. Todos tienen un  argumento que los favorece, y aún las encuestas para cada uno, mide positivamente. Llevando  la crítica mordaz  hacia sus oponentes, como un hábil peregrino caminando con  zapatos que no son suyos.

La luz de sus propias convicciones  proyecta sobre las sombras  de sus defectos, sabiéndose esclavo de sus palabras y acciones,  y empobrecido de ideas propias. Se cubren de frases que parecen una expresión poética de emociones con que tiñen  cada discurso que enciende a las masas. Y todas están moldeadas de intenciones, donde hay un juego en el propio lenguaje. Ese lenguaje que le permite ser la llegada a la gente. Porque sin lenguaje no hay política, no hay critica, no hay nada.  Términos que chocan y se entrelazan ante el pensamiento que se bosqueja por sustracción, ganándole a la negatividad, sin gravitar en nada concreto.

Ningún político se viste de humildad cuando quiere caminar sobre la espesura del poder. Y el impulso de las promesas que van dejando gana adeptos , y lo saben, y saben usarla, aun reconociendo que tal vez quedaran en eso: una promesa. Pero nada los detiene. Saben actuar, y logran transformar la realidad por unos instantes. Ya que la seducción del político enamora a la gente. Es como un perfume en el aire que los hipnotiza y los conduce a creer y  a tener esperanzas en "el candidato".

La propaganda de los políticos atrae las miradas y allí los parásitos  asumen su rol. Y encuentran en esa amalgama entre la política y la gente, el alimento perfecto para engordarse.  El Dr. Gabriel Boragina  en su libro “La credulidad “ dice: "Un pueblo de mentalidad esclavista tendrá en alta estima el parasitismo político… Por otro lado, no es menor la importancia de la propaganda que los parásitos políticos mismos realizan de su actividad y que hace fácil presa de ella -especialmente- a las personas menos pensantes o directamente ignorantes”. Parásitos mentales como describe Ayn Rand en su libro “El Manantial”: un “ hombre que engaña y miente, pero que conserva una fachada respetable. Él se sabe deshonesto, pero los otros creen que es honesto, y de eso deriva su propio respeto, de segunda mano. Un hombre que adquiere crédito por una obra que no le pertenece: Se sabe mediocre, pero es grande ante los ojos de los demás”.

Es que “la fe en los políticos es algo bastante difícil  de explicar” – piensa Boragina-.

Hay una creencia  en que “ese salvador terrenal”, vendrá a salvarnos de todos los males que el anterior gobernante  hizo, o no hizo como lo esperábamos. 
Ese candidato con el pecho cargado de aspiraciones, pero con los bolsillos vacíos, que rebosaran en poco tiempo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ARCHIVOS DE TEMAS DEL BLOG

Buscar articulos